Introducción
Desde tiempos inmemorables, el caballo ha sido un compañero inseparable del ser humano, desempeñando un papel predominante en ritos, mitología y labores cotidianas.
Con su nobleza, velocidad y carácter asustadizo, el caballo se ha convertido en un símbolo cargado de significado, representando incluso el concepto junganiano que simboliza a la madre: protector, leal y siempre presente, reflejando ser un amigo y compañero inseparable del Homo Sapiens.
El caballo en la alta escuela y la tauromaquía
La alta escuela transforma la equitación en arte, donde cada movimiento del caballo, tranquilo, impulsado y recto, se convierte en una danza poética. Sus quiebros y desplazamientos frente a las embestidas del bravo toro son una expresión de maestría y elegancia, una sinfonía que combina la fuerza y la gracia capturando la esencia del arte taurino.
El caballo, en su papel dentro de la tauromaquía, no solo acompaña al hombre sino que también participa de forma activa en el ritual de destreza y valentía. El corcel comparte la arena con el toro y el torero, aportando su propio carácter a la representación. En este caso el caballo es un medio al mismo tiempo que es un símbolo de la conexión entre el hombre y la naturaleza, entre la razón y el instinto.
El flamenco y la tauromaquía: el arte de efímero
Así como el flamenco nos arranca un “¡Olé!” por su intensidad y emoción, el caballo y el torero, en su complicidad con el toro, crean un diálogo que roza lo humano. El toro, que solo permite la proximidad del hombre para el combate, simboliza una fuerza primordial, mientras que el torero gracias a su destreza transforma ese enfrentamiento en arte puro.
En ese encuentro, la mujer espectadora embelesada observa como el torero, con su figura delgada y sus rodillas firmes, enfrenta al toro con una mezcla de suavidad y decisión. Ella sabe que en el arte taurino la belleza es fugaz y sólo el dominio correcto del torero sobre el toro puede evitar que el espectáculo se convierta en tragedia.
La tauromaquía en el arte digital
En la exposición “Taurokathapsia” creada por Luis Alberto el arte taurino encuentra un nuevo medio de expresión: el arte digital. Se sustituye el lienzo, el papel y la plancha de cobre por el software del ordenador y los trazos vectoriales, que el lápiz óptico convierte en detalles precisos bajo infinitas combinaciones de color y textura.
Es una nueva forma de capturar la relación entre el hombre, el toro y el caballo; una relación que representa un privilegio para aquellos que respiran, piensan y sienten en armonía con la naturaleza.
Conclusiones
Todo pintor siente la necesidad de expresarse a través de su arte y mediante el contenido de “Taurokathapsia” se ha logrado mostrar tanto el ritual como la estética y la emoción que envuelve a este espectáculo único.





